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jueves, 2 de febrero de 2012

Hong Kong: El Año del Dragón


Hong Kong es una provincia autónoma de China, que anteriormente fue colonia británica (Ingleses se la tomaron en la Guerra del Opio y la devolvieron el año 1997) y que consta de varias islas (una de ellas Hong Kong) y una parte en el continente. Las zonas principales son Hong Kong, Kowloon y New Territories. Hasta ahí la clase de geografía.

En el vuelo a Hong Kong (que duró 3 horas) por fin nos toco un avión que no estuviese lleno o casi lleno, así que nos pudimos ir con mucho espacio. Cuando llegamos a Hong Kong, vimos que la gente se comienza a abrigar, a ponerse parka, gorro y guantes. Lo primero que pensamos es que eran muy exagerados, que tal vez se abrigaban porque vienen de países calurosos que con una temperatura un poco más fría, se congelan al tiro. El aeropuerto de Hong Kong es bien moderno, grande y está preparado para el gran flujo que tiene, ya que nos demoramos poco en salir de allí (considerando la cantidad de gente). Bueno, salimos del aeropuerto y en realidad estaba más fresco, pero no para parka. Nos tomamos un bus que nos dejaba en la puerta de donde se encuentra nuestro hotel, él que está en Tsim Sha Tsui un barrio de Kowloon (o “culón” como le decíamos nosotros). A penas nos bajamos del bus una horda de tipos ofreciendo alojamiento se nos abalanzó (casi no podíamos bajar de la micro), al final con cara seria los miramos y les dijimos que no queríamos nada (los mandamos a la cresta) y pudimos entrar al edificio. La primera impresión es que vamos camino a la pocilga más pocilgosa del universo, el primer piso del edificio (que es súper grande, con tiendas medias turbias, lleno de indios y negros) daba incluso un poco de temor. Allí nos dimos cuenta que ese edificio estaba lleno de hostales y hoteles (cada piso era una pocilga distinta en cada uno de los blocks). Nos subimos al ascensor (en el primer piso se veía la cámara de adentro del ascensor, cero privacidad para sacarte un moco o arreglarte la frutera, sólo podías tirarte peos, porque no se escuchaban… jajaja) y al abrirse en nuestro piso, la cosa comenzó a mejorar, suelo limpio, bonito, ordenado. Entramos al hostal, ídem. Nos pasan nuestra pieza y esta estaba impecable, tenia de todo (TV, refrigerador, hervidor, secador de pelo, aire acondicionado, ventilados, Wi-Fi, agua caliente, en fin de todo), claro que el tamaño era ínfimo, la pieza chica de nuestro departamento (la que estaba al lado de la cocina, para el que no conoció el departamento era la típica pieza de servicio, pero para no parecer discriminador y que me funen en las redes sociales no lo pongo  así) era más grande que ésta. El baño (tenia baño propio) era del tamaño de un closet grande y la puerta del baño era corredera. En fin, igual la cosa era  cómoda y bien de nuestro agrado (claro que súper cara, porque era el año nuevo). Después de instalarnos, fuimos a comer (Pizza Hut, yo estaba tentado con una lasaña y la Paula una rica pizza) y a dormir porque al día siguiente nos levantábamos temprano.

La razón por la que nos levantamos temprano fue porque fuimos a ver al ratón Miguelito o Mickey en Disneyland Hong Kong. El parque queda cerca del aeropuerto, así que el pique es largo, pero para llegar allá puedes ir en metro (la línea del metro que entra a Disneyland tiene carros con ventanas en forma del ya mencionado guaren). El día estaba bien feo y hacia un poco de frío (por suerte nos pusimos parka, al final no eran exagerados los tipos del avión). Aprovechando que era temprano y la cosa aún no se llenaba (era día sábado) fuimos directamente a los juegos supuestamente más choros, que eran aquellos que decían que no se podían subir personas con problemas cardiacos, embarazadas, hipertensos, etc. o sea los juegos buenos y sólo aparecen 3 de éstos (según el mapa del parque). El primer juego que nos subimos fue a la Sapce Mountain, una montaña rusa que está bajo techo y que se proyectan luces y cosas como si estuvieses en el espacio. La primera vez que nos subimos la encontramos decepcionante, porque si bien es choro que sea oscura y rápida, no tiene ninguna caída que te dé la sensación en la guata. Al final del día nos volvimos a subir un par de veces más (sentados en el primer puesto) y la cosa fue mucho mejor. El segundo de estos juegos es uno de unos autos, en donde hicimos una cola de como 45 minutos y la cosa era pésima, ninguna emoción. Si a esa cosa no podían subir las embarazadas, hipertensos y gente con problemas al corazón, entonces es mejor que no salgan de la casa (no estoy exagerando, la cosa era muy mala, era casi como los Ford T de Fantasilandia, esos que van en un riel). El tercer juego de los choros era una especie de barco pirata (que era un auto de juguete de Toy Story), cumplía con las expectativas, salvo que era un poco corto.  Otros juegos que nos subimos fueron uno que es tipo Century 2000 (carrito que gira), pero lo choro es que tú tienes una palanca para hacer que suba o baje mientras da vuelta. Y uno de Buzz Lightyear que te subías a un carrito donde tenías una pistola con laser que debías apuntar a unos blancos y así ganabas puntos. Se competía con el otro que iba en el carro (la Paula ganó casi todas las veces). Al principio no cachamos que había al medio una palanca para girar el carro y que hacia más choro el juego. Este juego nos gusto mucho, muy entretenido y nos subimos muchas veces. Claramente el fuerte del parque no son los juegos, sino que los shows, como el desfile de los personajes, otro del año nuevo chino, un musical del rey león y uno que recreaba escenas de las películas Disney como Mulan, La Bella y la Bestia, La Sirenita, el Jorobado de Notre Dame, Tarzan, Aladín, entre otras. Todos los shows muy buenos, sobre todo los musicales (y eso que a mi me cargan los musicales). Lo otro también es que te sacas fotos con los personajes típicos (la Paula, también les pidió los autógrafos). Y para cerrar el día un espectáculo de fuegos artificiales y luces en el castillo. En resumen, muy bonito todo, pero lo mejor de todo era la cara de felicidad (igual que los niños chicos) de la Paula con los monos.


















Al día siguiente nos costó levantarnos, pero finalmente salimos y fuimos a Mong Kok, que es un barrio con muchas tiendas (electrónica y deportes principalmente) y un mercado (se llama Ladies Market) donde vendían todo tipo de chucherías. Cotizamos algunas de las cosas que nos interesaban como cámaras de fotos, tablets y zapatillas (las de la Paula no daban para más y las mías, unas Merrell, que me las compré antes del viaje, se comenzaron a romper al primer mes y cada vez se rompen un poquito más, no sé si duren hasta el final y eso que me costaron bien caras, así que si alguien conoce a alguien que trabaje allá díganle que me debe plata, porque las zapatillas tenían garantía de como 3 meses, pero claramente no la voy a poder cobrar). Finalmente lo único que compramos fue unos juegos de cartas (no cartas normales, sino que unos juegos especiales, tampoco son de esos juegos tipo Magic, nunca tan ñoños). Como ya hacia frio pasamos a tomarnos un café (hace mucho tiempo que no tomábamos café) y allí nos dimos cuenta que uno de los juegos que compramos estaba en cantones, así que volvimos a cambiarlo por otro. Después de el mercado corrimos para llegar al Victoria Harbour para ver el show de “Sinfonia de Luces”, que es que varios edificios del puerto prenden luces y láseres y con una música de fondo hacen juego con ellos. La cosa decía que comenzaba a las 8 en punto y nosotros llegamos 2 minutos tarde, pero no vimos nada del otro mundo, más allá de los edificios con sus luces encendidas (igual como habían estado desde que oscureció). Bien decepciónate la cosa, tampoco escuchamos ninguna música, creímos que era porque habíamos llegado tarde, pero escuchando los comentarios del resto de las personas, nos dimos cuenta de que la cosa había sido así no más. Como sabíamos (habíamos visto unas fotos y videos de la cosa) que el show no era así decidimos que volveríamos otro día a verlo. Luego de eso nos fuimos a la pocilga, jugamos con nuestras cartas y a dormir.

El día siguiente nos levantamos tomamos el metro y cruzamos a la isla de Hong Kong. Vimos un poco los edificios de cerca, una iglesia y fuimos a subir The Peak (en el cerro Victoria). Para subir tomamos un funicular que te lleva hasta arriba del cerro. El día estaba muy feo e incluso cuando estábamos en el mirador de arriba del cerro se nos puso a llover. Igual pudimos tomarnos unas fotos. Almorzamos arriba (hay como un mall) y también nos tomamos un café para pasar el frío que hacía. Para cruzar de vuelta a Kowloon, tomamos el ferry que atraviesa el Victoria Harbour (muy bonita la vista desde el ferry). Luego pasamos a otro mall donde la Paula se vio zapatillas y yo cotice las cámaras de foto. Después volvimos a la pocilga para descansar un poco, porque luego se venía el desfile de año nuevo, el cual pasaba por la puerta del edificio donde estábamos. El desfile fue muy variado, desde los típicos dragones y carros alegóricos (algunos bien bonitos y otros bien chantas), pasando por motoristas, escuelas de kung fu, de baile, salto en cuerda y delegaciones de otros países como una banda italiana, unas porristas gringas, garotas brasileras (las que se comieron a las garotas), unos tailandeses, armenios, entre otros; para llegar hasta los más freak como los Star Wars y los Sliders (eran un tipos que tenían rodilleras y coderas de acero, zapatos punta de acero y unos pedazos de acero en los dedos de los guantes, que corrían y se tiraban de rodillas sacando chispas en el suelo, se creían los más bacanes, pero lo que hacían era muy huea). Luego del desfile nos fuimos a dormir.




















Para el otro día nos levantamos temprano y fuimos a la isla Lantau (que es la misma donde esta el aeropuerto y Disneyland) a ver unos cerros donde hay unos templos y monasterios con un Buda gigante. Luego de un largo recorrido en metro llegamos a la estación donde se hace la combinación con el teleférico que te lleva hasta el templo con el Buda gigante y el monasterio. Miramos que había una cola gigante para subir y vimos que también podíamos ir en micro, que si bien no es tan choro como un teleférico, igual iba a ser más rápido y además más barato. El día para variar estaba feo, así que cuando llegamos arriba del cerro la cosa seguía así. Como si fuera poco apareció una nube que cubrió todo y del Buda gigante no vimos casi nada (tuvimos que subir muchos escalones para llegar hasta donde estaba el Buda). Fuimos al monasterio, que era más moderno y después como hacia mucho frío (como 3 grados, según un termómetro que vimos) decidimos devolvernos. En la estación donde te bajabas de la micro para tomarte el metro había un outlet mall y finalmente la Paula se compro unas zapatillas nuevas. Luego pasamos de nuevo a Mong Kok para comprar la cámara de fotos nueva, pero las tiendas que habíamos visto la vez pasada estaban cerradas por el año nuevo y abrían de nuevo el día que nos íbamos. Luego de pasar por el hotel fuimos a ver los fuegos artificiales que fueron espectaculares, a todo cachete, increíbles, maravillosos, la raja y eso que lamentablemente nuestra posición no era la mejor (yo creo que vamos a tener que volver algún otro año nuevo acá).

















Al día siguiente nos costó mucho levantarnos, en realidad que estamos bien cansados con tanto ajetreo. Finalmente pasado las 3 de la tarde logramos salir y fuimos a Nan Lian Garden que es un parque que esta en medio de la ciudad que es muy lindo, con lagunas con peces, caídas de agua, flores, muy bonito. Además hay un templo. Después del parque fuimos a ver el show de luces de nuevo y esta vez la cosa si fue como tenia que ser, con la música, las luces que se mueven y los laser. Luego de la sinfonía de Luces fuimos al Night Market, que era como el otro mercado, pero no compramos nada. Después de comer, nos fuimos a la pocilga en la última noche en Hong Kong.












El último día en Hong Kong nos levantamos temprano para poder aprovechar de hacer más cosas ya que nuestro vuelo salía a las 20.20. Lo primero que hicimos fue hacer las mochilas, tomar desayuno (encontramos palta hass chilena en un supermercado, así que comimos pan con palta… que rico y pucha que lo echábamos de menos) y el check out del hotel (dejamos las cosas en el hotel). Luego fuimos al Museo de Historia. Muy choro, contaba toda la historia de Hong Kong, desde la formación geológica de la zona, pasando por la prehistoria, los primero asentamientos humanos en la zona, las dinastías de los distintos emperadores, la guerra del opio, el colonialismo ingles, la toma por parte de los japoneses en la segunda guerra mundial, la reconstrucción de todo y como se desarrollo la ciudad, finalizando en que se le devuelve el territorio a China. Como se dijo antes, bastante interesante. También se mostraban tradiciones como bailes, trabajos agrícolas, festivales. El museo era para quedarse mucho rato. Al final se nos estuvo pasando la hora y aún nos quedaba ir a comprar la cámara de fotos. A la salida del museo vimos como un tipo hizo pedazos su auto deportivo (en realidad llegamos un poco después y solo vimos el auto destruido). Finalmente compramos una cámara de fotos que saca fotos dentro del agua, resiste golpes y temperaturas bajas; y un Ipad 2 (entre las dos cosas eran como 250 lucas menos que en Chile). Después de las compras, volvimos al hotel (compramos en una tienda abajo unos carritos para llevar las mochilas en las ciudades). El día que fuimos a Lantau cachamos que la mejor forma de ir al aeropuerto (por rapidez y precio) era irse en metro hasta la misma estación que cuando fuimos al Buda gigante y en ese lugar tomarse una micro al aeropuerto. Esto porque el metro directo al aeropuerto costaba 5 veces más y el bus directo desde Kowloon era más caro y por la hora (que es la del taco) se podía demorar más. Volviendo, nos tomamos el metro algo atrasados (algo así como las 6.15) y llegamos a la estación del metro para tomarnos la micro recién pasado las 7 de la tarde. Nos tomamos la micro, la cual se dio unas vueltas muy mongólicas. Llegamos al aeropuerto, paró en un lugar y lo que le entendimos al chofer era que no nos teníamos que bajar allí. La parada siguiente decía terminal 1 (nuestro vuelo salía del 2), así que seguimos, en eso se nos acera una niña y nos pregunta que adonde íbamos y le dijimos que al terminal 2 y nos dice que nos teníamos que haber bajado en la parada anterior (en nuestra defensa, decía terminal 1), pero que no nos preocupáramos porque el bus hacia un recorrido en circulo, así que de nuevo pasaría por los terminales. El problema era que no teníamos tiempo, eran las 7.25 y decidimos bajarnos de bus en la próxima parada y correr con las mochilas. Tuvimos que subir unas escaleras para tomar un pasarela que cruzaba por arriba de la carretera y correr (por suerte habíamos comprado los carros). Llegamos al terminal, tipo 7.35 y el counter aun estaba abierto, así que chequeamos las mochilas y nos fuimos a hacer los trámites, los que por suerte fueron rápidos y pudimos subirnos al avión. En un principio creíamos que no llegábamos y por unos segundo tiramos la toalla, pero finalmente se nos premió por el esfuerzo (quedamos más transpirados que caballo de bandido, porque íbamos con parka y doble pantalón porque hacia mucho frio).






El vuelo fue tranquilo y llegamos (luego de casi 4 horas) a Singapur, lugar donde estuvimos haciendo escala por 9 horas. Pero este aeropuerto, según unas páginas de internet es el mejor del mundo para pasar la noche y por lo menos para nosotros estuvo muy bien. Hay tiendas abiertas las 24 horas, reposeras donde te podías echar a dormir sin que nadie te moleste, Wi-fi gratis, y muchas otras cosas. Incluso hay una guía para pasajeros en tránsito. A la mañana siguiente nos tomamos el vuelo que nos llevaría destino a Hanoi, capital de Vietnam. Eso ya es material del próximo capitulo.

En resumen de Hong Kong, nos gustó bastante, es una ciudad (es más grande que una ciudad) con muchas cosas para hacer, muy entretenida, donde se puede comprar de todo y no tan caro. Eso si al compararla con Singapur, la evaluación seria que para ir de vacaciones es mejor Hong Kong (más grande, más actividades, muchas luces de neón), pero para vivir nos quedamos con Singapur (más limpia y ordenada, la mayoría de la gente habla ingles y la mayoría de las cosas están escritas en ingles y no en idiomas extraños y la gente nos pareció más amable y limpia).

Cosas Raras: Lo primero raro es que acá son buenos para comer hot dog, pero sin pan (que tiene de raro comer salchichas se preguntaran). El tema esta en que en vez de mascar la cosa, vimos a varios (hombres, mujeres y niños) les gustaba chupetearla (muy chistoso, al principio creíamos que estaban comiendo algún dulce), así que podemos decir que en Hong Kong son buenos para chupar la salchicha…jajajaja. Lo otro es cochino, a parte de todos los tipos escupiendo en la calle (en el metro y las micros hay letreros de que no se escupa en el suelo) vimos a muchos tratando de llegar al cerebro a través de la nariz (sacándose los mocos asquerosamente en público). Y finalmente que son buenos para el lunar peludo, pero no es que tengan un lunar con un pelito chico (como decían del lunar de la jueza de CHV), sino que lunares con unos pelos largos (más de 5 cm) rancios, asquerosos. La vieja donde compramos las cartas tenía uno y de verdad que era horroroso. Esta vez más que cosas raras son cosas asquerosas. Pero para no quedarnos sólo con cosas sucias, también vimos algo divertido, como este perro amante de Starbucks.

¡Hágalo Por Favor, No Sea Idiota!: Cuando íbamos subiendo en el funicular,  yo quería borrar una foto que estaba mala y estaba sin los antejos (y me dio lata sacarlos y ponérmelos), le pregunté a la Paula si donde estaba marcando era sólo para borrar esa foto. Ella que creyó que, como muchas veces, yo estaba bromeando (yo le estaba mostrando la cosa para borrar toda la carpeta) me dijo que si y como ella por lo general es muy confiable en lo que te dice yo termine borrando todas las fotos. Por esta razón es que hay partes del relato que no tienen foto. Con esta situación me acorde del cumpleaños de un amigo (que no voy a mencionar su nombre) que cuando le entregamos el regalo (unas copas filete), otro amigo antes de que lo abra le dice que con cuidado porque se quiebra (con eso ya se cachaba que era el regalo) y luego yo le digo textual: “Tíralo al piso, jajaja, broma” y no alcance a terminar de pronunciar la última palabra cuando ya las copas estaban quebradas en el suelo. En resumen, ojo con andar haciendo tonteras y con creer todo lo que te dicen (los que no bromean a veces si lo hacen y los que lo bromean, a veces hablan en serio). Y que no te de lata revisar las cosas por ti mismo.

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