El titulo de este capitulo (se pronuncia algo así como sabadii), significa hola en el idioma local, algo que escuchamos mucho durante los días en este país.
Como habíamos quedado en el capítulo anterior, cruzamos la frontera y llegamos a Laos. Como vamos un poco atrasados, vamos a comprimir Laos a solo un capitulo. Este es un país que limita con Camboya, Vietnam, Tailandia, Myanmar y China, sin tener salida al mar. El país es montañoso y el río Mekong es el más importante (pasa por las principales ciudades). La población de Laos no supera los 7 millones de habitantes. El gobierno es comunista y solo existe este partido político, aunque en el último tiempo se ha abierto más. Laos también sufrió con los bombardeos de los EEUU en la guerra de Vietnam, donde se asesinaron a muchas personas inocentes (se bombardeaba a cualquier cosa que se moviera), de hecho tiene el triste record de ser el país más bombardeado del mundo. Volviendo a lo nuestro, el primer destino 4000 islas, está muy cerca de la frontera con Camboya, así que una vez atravesada ésta, el bus demoró como 20 minutos en llegar (en los que termino de oscurecer). Claramente el bus te deja en la mitad del camino y allí nos tomamos un “bus” (un mini camión con asientos atrás) que te leva a un poblado donde un bote nos cruzó a la isla de Don Det. En esta isla, que hasta hace no mucho no contaba con luz, hay varios hostales y cabañas (bien pocilgientos la gran mayoría), por lo que no fue tan difícil encontrar algo, claro que teniendo como única comodidad un ventilador y baño privado (claro que el WC no tenia estanque y había que echarle agua con un balde). Igual estábamos tan cansados que daba un poco lo mismo la pieza, además que solo teníamos contemplado quedarnos acá 2 noches. En lo poco que nos quedaba de día, comimos y contratamos un paseo en kayak para el día siguiente. Cuando nos habíamos bajado del bus vimos que había una tormenta que se venía (relámpagos en el cielo) y esa noche tuvimos muchísima lluvia.
A la mañana siguiente, no sabíamos si es que iba a haber tour, ya que aun llovía un poco, pero finalmente paró y nos fuimos a desayunar (estaba incluido en el tour). En el tour en kayak (por el río Mekong), que duró gran parte del día, fuimos primero a ver unas cascadas, después pasamos por un lugar donde se ven delfines y tuvimos la suerte de poder verlos. Estos delfines eran chicos y tenían la nariz chata (delfines Irrawaddy). Durante el remo, apareció el sol y nos comenzamos a freír (por suerte habíamos echado el bloqueador). Luego de parar a almorzar (muy chanta el almuerzo) anduvimos un poco más y dejamos los kayak para tomaros un bus (como el de la noche anterior) que nos llevo a otras cascadas (las más grandes del sudeste asiático), bien bonitas también. Para finalizar, tuvimos que volver a subirnos al kayak (para cruzar a la isla) y remar por como media hora más (ya estábamos raja). A la vuelta nos intentamos duchar, pero se cortó el agua (me quedé con el shampoo en la cabeza y el jabón en el cuerpo) y se demoraron un buen rato en arreglar el problema, por lo que fuimos a comer mientras tanto (ya se me había secado el shampoo y el jabón… pican mucho). A la vuelta por fin había agua y luego dormir, ya que había sido bien agotador el día. Una cosa que nunca pudimos entender en el kayak era que cuando remábamos juntos siempre nos íbamos un poco para el lado, pero si cada uno lo hacia solo, íbamos derecho. En la noche nuevamente tuvimos su buena lluvia.
Al día siguiente iniciamos otra travesía, la que consistía en tomarse el bote de vuelta, luego una van a Pakse, ciudad que está como a 4 horas andando y que teníamos que esperar por otras 6 más a que saliera nuestro bus con destino a Vientiane (la capital) que duraba como 10 horas. El viaje no fue tan terrible, si bien en la van no se reclinan los asientos, por lo menos no íbamos apretados y tenia un buen aire acondicionado. Una vez que llegamos a Pakse (como 70 mil habitantes), el tipo nos dejo en el terminal de buses donde teníamos que esperar (estaba a las afueras de la ciudad), el tema es que volvió a los 5 minutos, nos quitó los pasajes y nos llevo a la ciudad (por un momento creímos que nos estaban cagando y que nos iba a llevar a unos buses más pencas, pero por suerte no fe así). Como teníamos que hacer hora (dejamos las mochilas en el terminal) fuimos a recorrer un poco la ciudad (pasamos por un súper a comprar cosas para el próximo bus) y almorzamos en un restaurante indio. Cuando llegamos al restaurante un español nos oyó hablar y nos invito a sentarnos en su mesa (no quedaban más mesas afuera, donde no había tanto olor a comida), la conversación estuvo tan buena (hablamos de todo, de viajes, futbol, política, etc.) que nos pasamos todo el resto del rato (casi 5 horas) allí. El tipo se llamaba Cris y era vasco. A la conversa también se nos sumo por un rato otro español, Oscar (lo habíamos conocido antes de tomarnos el bote para salir de Don Det). Finalmente llegó la hora de subirnos al bus, el cual es el más cómodo que nos haya tocado (era ir acostado en una cama un poquito más corta que una cama normal). Así el viaje no se hizo tan terrible e incluso dormimos gran parte del recorrido.
Llegamos a Vientiane a un terminal de buses que no teníamos ni la más remota idea de donde estábamos. Aparecieron los tipos de los tuktuk ofreciendo llevarte a la ciudad, pero como no sabíamos nada, preferimos evitaros. Finalmente decidimos irnos directamente a Vang Vieng (próximo destino) y no quedarnos en la capital (dicen que no tiene nada de especial y además queríamos recortar días). Nos tomamos un tuktuk a otra estación y allí partió nuestro nuevo bus que se supone que demoraría 4 horas (se demoró 5). Este bus era más local, por decirlo de alguna forma, los asientos casi no se reclinaban, paraba bastante y como choresa tenia un TV de como 32 pulgadas donde ponían Karaokes a todo volumen (hasta amplificador y micrófono tenia por si alguien se animaba). Este trayecto se nos hizo más largo y eso hay que sumarle que el camino era bien malo (cuestas y partes de tierra). Llegamos a Vang Vieng y había que buscar algo para dormir, finalmente encontramos unas cabañas bien buenas (AC, TV, agua caliente y buen colchón) por solo 10 dólares. Ese día la Paula no se sentía muy bien (incluso tuvo un poquito de fiebre), así que no hicimos mucho más.
Al día siguiente, fuimos a hacer la actividad top del lugar que es el tubing, el que consiste en que te pasan una cámara de neumático de camión y con ella te tiras por el río, la gracia está en que en el río hay muchos bares y paras en ellos a tomar y comer (hay bares que tienen juegos como toboganes, camas elásticas y cuerdas donde saltas al agua que en esas partes es bien profunda). La cosa es bien entretenida, lamentablemente, el día estaba un poco nublado y según nos contaron (y vimos) la cosa estaba menos prendida, pero eso nos daba un poco lo mismo. A la vuelta del tubing, almorzamos, compramos cosas (poleras, chalas nuevas, traje de baño, etc) y vimos lo de los pasajes para ir a Luang Prabang. En la noche hablamos con Chile.
Al día siguiente salimos con destino a Luang Prabang, que era la antigua capital de Laos y que es una ciudad muy rica en cultura, hay muchas actividades para hacer y nuestra idea es quedarnos allá por más días. El bus que se supone que duraría 6 horas se demoró 7 y media. El camino eran puras cuestas y curvas (había que dormir para no marearse). Finalmente llegamos a la ciudad y ya se había oscurecido (se suponía que llegábamos con luz). El terminal de buses para variar estaba lejos y nos tuvimos que ir en tuktuk. Luego de buscar un poco (al principio estábamos bien perdidos) encontramos un lugar para dormir, que sea por esa noche. Frente al pasaje donde estaba el hotel había un restaurante que hacían creps (panqueques) con una infinidad de cosas (dulces y saladas) y hacían jugos naturales (en realidad eran batidos, o sea con hielo molido) muy ricos y baratos (fuimos muchas veces a este lugar).
A la mañana siguiente partimos a buscar un nuevo hotel y recorrimos un poco la ciudad (finalmente decidimos quedarnos en el que estábamos). Luego del almuerzo pasamos parte de la tarde poniéndonos al día en temas como el itinerario del viaje, platas, algo del blog, etc. En la noche fuimos a comer pizza y a ver el mercado nocturno y nos encontramos con Oscar (el español que conocimos en Don Det y que nos topamos con él en Pakse y también en Vang Vieng). De repente mientras conversábamos, la gente comenzó a correr y de la nada comenzó una lluvia que parecía ducha. Por suerte en la feria aun quedaban algunos techos de lona puestos y nos quedamos esperando a que pase un poco, pero al final nos aburrimos de esperar y nos fuimos al hotel (nos mojamos bastante, pero no tanto). Después de eso a dormir porque íbamos a madrugar al día siguiente.
La razón por la que madrugamos es porque en Luang Prabang hay muchos monasterios budistas y cada mañana los monjes se pasean por la calle recibiendo comida que la gente les da. Se suponía que los monjes pasaban a eso de las 5.30 y uno les daba arroz pegado (es una forma en que se comen el arroz acá, uno hacia unas bolitas y se las daba a los monjes en sus recipientes), plátanos y galletas. Esta vez nos volvimos a encontrar con Oscar y tomamos desayuno juntos (unos panes de la calle). Después de haber madrugado nos fuimos a dormir un rato, para después arrendar unas bicicletas y recorrer la ciudad. Pasamos por unos templos, almorzamos junto al río, fuimos al Palacio Real (museo), y vimos la puesta de sol en el Mekong. En la noche volvimos al mercado nocturno (estaba en la calle principal y terminamos pasando por allí todos los días) y comimos en un callejón donde habían unos buffet y parrillas con comida (rico y barato). Además contratamos nuestro paseo para el día siguiente.
Luego del desayuno, nos pasaron a buscar para ir a nuestra actividad de ese día que era andar en elefante y baño con ellos en el río. La cosa queda como a una hora de la ciudad y cuando llegamos, los elefantes estaban ensillados y comiendo (cañas de azúcar y plátanos con tronco y todo). Para subirnos los elefantes te subías a una plataforma que estaba a la altura de ellos. Al principio yo me senté en el cuello del elefante, pero era incomodo y había que estar haciendo equilibro, por lo que me pase a sentar junto con la Paula en la silla. Nuestro elefante tenía casi 30 años (como nosotros) y funcionaba con piloto automático (el wachiturro que nos tenía que llevar se quedaba lejos y solo le gritaba de vez en cuando cosas ya que los elefantes están relativamente amaestrados). Si bien es toda una experiencia andar en elefante, después de un rato de pone monótono, por lo que una hora es más que suficiente. Vimos como el elefante hacia pipi (una cascada) y caca (mojones del tamaño de un melón calameño), además el elefante escupía con su trompa (nos mojó las piernas un par de veces) y tenia pelos duros. Después de montar los elefantes esperamos a que volvieran unos rusos de una cueva que estaba en frente (nosotros no pagamos para ir a las cuevas, ya que hemos visto muchas y preferíamos andar y bañarnos con los elefante) y nos volvimos a subir a los elefantes, esta vez fuimos al río donde nos bajamos, desensillaron a los elefantes y todos juntos nos metimos al agua, la gracia estaba en que te subías arriba de los elefantes, te tirabas al agua, ellos te botaban… muy entretenido (los que más lo gozaban eran los locales a cargo de los elefantes). Esta parte fue por lejos lo más entretenido del tour. Luego a la vuelta pasamos por una aldea que vendían cosas locales como ropa y whisky (de arroz). Los rusos se demoraron n en esta parte y además nos hicieron parar en una feria para que compren frutas. La lata era que ya eran las 3 de la tarde y no habíamos almorzado y estábamos cagados de hambre (eso si por primera vez nos tocó ver unos rusos que no andan pasados a aleta). Después de almuerzo fuimos a hacer algunas compras (mis lentes de sol “Puma” que había comprado en Vang Vieng se me habían roto en la mano el día anterior) y compramos los pasajes par ir a Tailandia (te llevan hasta la frontera en bus). En la noche fuimos a ver un show de baile bien bonito, sobre todo la vestimenta que es muy colorida y con muchos detalles (eso si me quedo con los bailes de Bali).
Al día siguiente dejamos la pieza (las cosas quedaron en la pocilga) y fuimos a subir el Phu Si que era un cerrito que estaba en el centro (chico como el Santa Lucia) donde en la cima había un templo y una linda vista de la ciudad y el río. Muchísimo calor al subir, pero la vista valía la pena, aunque es heavy ver como, producto de las quemas de los campos, hay una bruma o smog que nos recuerda aun poco Santiago en invierno. Después del almuerzo, volvimos al lobby de la pocilga para conectarnos a internet y continuar planificando cosas que se vienen, luego fuimos a comprar comida y agua para el bus y nos pusimos a esperar a que nos pase buscar el tuktuk.
Se supone que nos pasaban a buscar a las 6 de la tarde (el bus sale a las 7, pero la estación está un poco lejos). Eran las 6.30 y no pasaba nada (por estos lugares es muy normal que se atrasen las cosas), así que comenzamos inquietarnos. Tipo 6.45 logramos comunicarnos con la agencia de viajes (viejo re culiao del del hotel que no nos quiso ayudar con el llamado y tuvimos que ir a un cibercafé a llamar) y a los muy %#%”#, se les había olvidado pasarnos a buscar. Finalmente nos pasaron a buscar y llegamos a la estación a las 7.01 y sorpresa, el bus no era lo que se suponía que habíamos pagado (se supone que debía ser un VIP, o sea asientos reclinables con algo de espacio y AC) y era solo un bus local, lleno de gente y nuestros asientos estaban ocupados (tipos locales que ni se inmutaron e incluso se reían de nosotros), siendo los únicos disponibles unos en la parte de atrás que ni siquiera estaban juntos. Luego de mucho maldecir, garabatear y putear, conseguí dos asientos juntos, claro que para nuestra fortuna uno no se reclinaba. De verdad que estábamos furiosos, nos cagaron en mala (no fuimos los únicos y a esa altura es poco lo que se puede hacer). Para más remate al abrir mi botella de bebida esta exploto y dejo todo mojado y pegote. A esa altura ya no quedaba más que reírse (yo por lo menos). Ese viaje fue bien malo, aunque al ser de noche se hizo un poco menos atroz. Tipo 4 de la mañana pasamos por no sé donde y mucha gente se bajó allí y pudimos tener mas espacio y dormir mejor. A las 9 llegamos a Huay Xai y nos tomamos un “mini Bus” al pueblo, donde esta inmigración (tuvimos que pagar un “impuesto” de 1 dólar para salir de Laos porque era Domingo) y luego tomarnos un bote que te cruza el Mekong (frontera natural, en esta parte, entre Laos y Tailandia). Así le decimos adiós a Laos y llegamos a Chiang Khong en Tailandia, nuestro 10° país en estos 5 meses de viaje. Como se esperaran, lo de Tailandia es parte de un próximo capítulo (ya estamos al día con el blog, porque acá recién vemos para nuestro tercer día).
En resumen, Laos nos había gustado mucho, es bonito, muy barato y gente amable, pero es heavy como una mala experiencia, sobre todo al final, te puede cambiar la imagen de algo, por ejemplo, el hotel donde nos quedamos en Luang Prabang habíamos tenido un trato muy bueno, pero al final el viejo se pasó a caca y nos queda la idea de que el hotel era malo. Lo mismo podríamos pensar de la gente de este país, antes de la tarde del ultimo día encontrábamos que todos eran muy amables, buena onda, serviciales, de lo mejor que habíamos visto, pero justo al final nos mostraron otra cara. Ojalá que nos logremos quedar con la buena, pero como digo, las malas experiencias, sobre todo al final, lamentablemente marcan mucho la impresión que uno se lleva.
Cosas Raras: además del clásico disco Pare en idioma local, la Fanta de Laos, el mini tractor (creo que ya lo habíamos comentado en Cambodia) y las bebidas en bolsa, lejos lo más raro fueron las botellas de whisky de arroz que vendían, que traen un ingrediente secreto (ven las fotos mejor) y de verdad que se la toman con eso adentro y cuando se termina la vuelven a rellenar para que agarre gustito, aunque escuchamos que podía ser peligroso por el veneno (eran bacanes para tenerlas en el bar de la casa, lastima que andar acarreándolas y sobe todo entrarlas a Chile iba a ser un verdadero cacho).
“¡Hágalo Por Favor! No sea idiota”: ya llevábamos algunos capítulos sin material para esta sección, pero esta vez (a pesar de que la Paula no está de acuerdo) lo idiota fue que cuando legamos a Luang Prabang tuvimos que tomarnos un tuktuk (caro) para llevarnos a un hotel (no teníamos idea de cual y donde era) que nos dijo un tipo. Al llegar al hotel, lo vimos por fuera y no nos tinco y como en el tuktuk iba más gente decidimos ir al hotel que iban ellos, el cual resulto aun peor. El tema es que ya nos habíamos bajado del tuktuk, pagamos por él y finalmente no dejo en un lugar que no teníamos ni la más remota idea de donde era e igual tuvimos que caminar para buscar donde quedarnos. Todo esto porque cuando nos bajamos del bus o mejor dicho un poco antes de llegar no nos fijamos bien de donde queríamos ir. Lo más chistoso vino al día siguiente cuando fuimos a buscar hotel para cambiarnos, encontramos que donde nos habíamos quedado era casi al lado del primer hotel que no nos tincó (no era tan malo)
1 comentario:
Hola! me llamo Tamara y soy la sra de Cristobal Gandini (de tu colegio), me encanta su blog y el viaje que estan haciendo!!! nosotros viajamos para alla en mayo asi q gracias por los datos, aunque les faltan los precios no mas!! Porfa hablen harto de Tailandia que es donde mas vamos....
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