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jueves, 5 de enero de 2012

Singapur: Sorprendente


Luego del vuelo desde Jakarta y cruzar la línea del Ecuador dejando atrás al hemisferio sur, llegamos a Singapur (Singapur es un conjunto de islas chicas donde en la más grande de ellas está la ciudad que también se llama Singapur, pero en realidad el país es sólo la ciudad) un poco más tarde de lo que  pensado, pero no importó ya que al fin volvíamos a la civilización. Ya al bajarnos del avión nos dimos cuenta de que estábamos en un lugar mucho más moderno, más parecido a lo que se ve en occidente. El aeropuerto de Singapur es espectacular, todo ordenado, todo funciona, sin largas colas o esperas, muy bonito (por fin nos encontramos con cosas adornadas de Navidad). Lo otro bueno es que el metro llega al aeropuerto y éste tiene una excelente cobertura en la ciudad, por lo que no nos costó mucho llegar a nuestro hostal. Donde nos quedamos las dos primeras noches (inicialmente sólo habíamos podido reservar para la primera noche no más), y que  quedaba en una excelente ubicación, bien central y cerca de todo. La pieza era bien buena, aunque era con camas separadas y lo raro (a parte del tipo de la recepción) era que tenías que dejar los zapatos afuera y sólo podías estar adentro descalzo (claramente esto no lo pescamos a la hora de ir al baño o de ducharse… siempre con chalas). Al día siguiente, como no había más piezas  para el resto de los días que nos queríamos quedar, decidimos salir a buscar algo por el sector, así paseamos por Little India, donde no encontramos nada (los que tenían alguna pieza disponible eran unas pocilgas asquerosas y para que yo diga eso es que de verdad eran sucias). Al final buscamos por Internet y tomamos lo que había disponible (en el barrio rojo, pero en la puerta del metro). Ese día en la noche paseamos por Clarke Quay y el borde del río donde llegamos a The Explanade Theatre (que vendría a ser algo así como el Opera House y estaban tocando música un grupo de viejas con unos instrumentos raros), vimos al Merlion (una estatua de león con cola de pez que es un símbolo de la ciudad) y el Marina Bay Sands (un hotel que son tres edificios súper altos que en la parte de arriba los une una especie de barco).









Al día siguiente nos cambiamos de hostal y el nuevo es una pocilga tan rasca que el letrero era una hoja de computador impresa, pero por lo menos era limpia (que al final de cuentas es un punto muy importante), tenía Wi-fi y no compartíamos pieza con nadie. Como la cosa igual era penca nos obligaba a salir más, además al estar más lejos no valía la pena volver hasta acostarse en la noche. Ese día fuimos al Chinatown, donde vimos un par de templos. Luego al mall a ver cosas electrónicas (decepción, las cosas que más necesitábamos, o sea un computador y el disco duro externo eran tanto o más caras que en Santiago, lo único que era más barato son los celulares y los tablet, el resto… caro) y finalmente a Orchard Rd que es una calle donde están todas las tiendas top y lo malls con las mejores marcas, pero a lo que fuimos allá fue a ver las luces de navidad que colocan en las calles que son muy lindas (por fin ambiente  de navidad, claro que un poco tare y además parece que acá tampoco nos vamos a encontrar con el viejo pascuero).






Para el día siguiente teníamos presupuestado ir a una de las atracciones de Singapur, que es el zoológico, el cual tiene a los animales en habitad más naturales, sin grandes rejas (sólo con corriente) incluso unos monos andan sueltos. La verdad es que es bien bonito el zoo, además vimos un show de animales de la selva, otro de elefantes y un de una foca.  Dentro de los animales choros que vimos estaba (además de los clásicos leones, jirafas, elefantes, rinocerontes, hipopótamos, canguros, cocodrilos, etc.) el dragón de Komodo, los orangutanes y los monos narigones. Recorrimos bastante por el zoo, eso sí, había un carrito que te podías tomar para ir a los lugares más lejos (el carro es prescindible, pero si ya lo pagaste úsalo). A pesar de lo cansados que quedamos, la cosa no terminaba, ya que además del zoológico, compramos entradas para el safari nocturno, que es otro zoo que funciona de noche y ves a los animales como actúan a esa hora. Además la cosa incluye unos show de los cuales sólo vimos el primero que es de unos tipos que bailan y escupen fuego (eran secos los tipos). Acá además de poder hacer unas rutas caminando por entre medio de los miradores para ver animales como leopardos, hienas, leones, murciélagos, etc. había un carro que te mostraba más animales, te contaban cosas de éstos y te explicaban sobre el bosque lluvioso. Bastante interesante y bonito ambos, pero como eran las vacaciones de los niños, la cosa estaba repleta, sobre todo lo del safari donde esperamos más de 45 minutos para tomarnos el carrito en una cola que avanzaba todo el rato (o sea muchísima gente). Por suerte hicimos primero la parte caminando, ya que toda la gente comenzó a hacer primero el recorrido en el carro (la cola eterna de larga), así que al menos esa parte la hicimos casi solos. A la Paula no le gustó mucho la parte donde pasabas por los murciélagos. Para llegar al zoo y al safari (están al lado), hay que ir en metro y luego micro, lo choro es que en la estación del metro hay un terminal de micros, donde entran éstas y uno se la toma (muy ordenado todo). Claramente después de todo lo que caminamos ese día estábamos cansadísimos.









A la mañana siguiente (31 de Diciembre, último día del año), aún teníamos los pies adoloridos por todo lo caminado el día anterior, pero igual había que salir. Ese día fuimos a conocer el jardín botánico, el cual es muy bonito y está compuesto por varios jardines, donde vimos el  jardín de la salud (sólo plantas medicinales separadas por su uso en los distintos sistemas del cuerpo humano),  el jardín de la evolución (ibas por un camino donde las plantas iban cambiando según como fue la evolución de la tierra, primero rocas, después con musgos, helechos, arbustos y así hasta llegar  como es hoy) y el  jardín de orquídeas (su nombre dice que es, este era realmente lindo, habían muchos tipos distintos de orquídeas).







 Después del  jardín botánico volvimos a la pocilga para arreglarnos, comer algo y partir a la explanada a ver los fuegos artificiales. La Paula se compró una tenida nueva para usar esa noche (se veía tan bonita que incluso un viejo verde me felicitó). Como cena para despedir el año comimos un buen Subway (un sándwich), porque había que llegar relativamente temprano para pillar un lugar para ver el show. Finalmente llegamos antes de las 9 y tuvimos que esperar todo ese rato (había una familia que estaba desde las 5 de la tarde), como estábamos raja nos sentamos en el suelo no más (la mayoría de la gente estaba sentada en el suelo también). Junto a nosotros había un viejo jugoso, que trataba de conversarle a todo el mundo (hablaba un “poquitu” de español), que nos preguntó de dónde éramos y le dijimos que de Chile, a lo que nos dijo con cara de pillo: “Pinochet” (súper actualizado el viejo) a lo que le contesté: “hace años que murió” (me cargan los viejos huevones incultos que siguen dándole con esos temas añejos, como una vieja australiana que nos preguntó si en Chile había democracia...  infórmate un poco CTM). En fin llegó el momento esperado, las 12 de la noche comienza el nuevo año y nosotros listos para ver los fuegos artificiales. El show que si bien no es muy largo (8 minutos), es simplemente  espectacular, no sólo por las cantidad y calidad de la pirotecnia (varias cosas que no habíamos visto antes), sino que también el lugar donde los tiran (vean las fotos mejor). La gente que si bien grita y se asombra con los fuegos artificiales igual que en Chile,  a la hora de festejar y saludarse es súper fome, no hay abrazos, sólo dadas de mano, no hay champaña volando por los aires, ni siquiera tomaban (los únicos que tomábamos algo éramos los extranjeros con cara de occidentales, yo sólo tome chelas, pero no tire nada por los aires). Después del show, fuimos a una fiesta que era en un museo (gratis) y nos quedamos allá hasta que terminó (yo creo que tipo 1.30 AM). Luego de eso y considerando lo cansado que estábamos y que el metro funcionaba ese día (especialmente) hasta las 2 AM, nos fuimos al tuto. Esa noche cumplimos 13 años juntos… que viejos estamos.














A la mañana siguiente hablamos con la familia de la Paula (estaban comiendo antes de ir a ver los fuegos artificiales, en Chile el año nuevo llega después) y compramos los pasajes en bus (5 horas no más) para ir a Kuala Lumpur (capital de Malasia). En la tarde fuimos a Sentosa, otra isla (unida por un puente) que tiene resorts, unas playas (artificiales) y otras atracciones como el Universal Studios, un teleférico o un ludge (como el de Queenstown en NZ). La cosa igual es como bien falsa, pero al menos nos fuimos a echar un rato en la playa y descansamos, eso sí en la noche anterior hubo una fiesta allá (costaba como 50 lucas chilenas) así que la cosa estaba media desordenada y como era feriado, mucha gente. Después de Sentosa volvimos a la explanada donde fuimos al Singapore Flyer, que es una rueda gigante donde te subes y ves la ciudad, muy choro y bonito también. La vuelta completa dura como 30 minutos y en la parte más alta estás como a unos 165 metros respecto del suelo. Esa fue nuestra última noche en esta ciudad. Para el día siguiente sólo nos quedaba tomar nuestras cosas y partir a Malasia.









A los dos Singapur nos encantó, muy lindo todo, la gente relajada, todo funciona correctamente, es un agrado estar allí. Lo otro bacán es que en Singapur todos hablan inglés, de echo es el idioma que usan ente ellos (especialmente los más jóvenes) a pesar de que el idioma oficial es el malayo, así que desde el punto de vista de comunicarse no hay mayores problemas. Claramente clasifica como un lugar en el que viviríamos (así que si alguien tiene una pega o beca para ir para Singapur, que nos cuente…jajaja).

Con esto ya nos comenzamos a poner al día con el blog, ya que el capítulo que viene, que es de Kuala Lumpur, aún no terminamos de vivirlo nosotros.

Cosas Raras: En los baños se usa mucho la ducha W.C juntos, o sea en el mismo cubículo del wáter, hay una ducha (puedes hacer caca y ducharte al mismo tiempo si quieres). Lo más raro (porque en realidad esto ya lo aviamos visto antes) es que una china para bañarse en una ducha que no tenía wáter adentro, metió una silla. Parece que estaba acostumbrada a bañase sentada en el wáter la muy cochina.

“¡Hágalo Por Favor! No sea idiota”: Para las fechas importantes reserve los hoteles con tiempo, ya que si no corre el riesgo de terminar en una pocilga del barrio rojo. Lo otro es que si va a ir a un lugar donde hay playa (da lo mismo si cuando sale de la casa está feo el día), lleve siempre el traje de baño y la toalla (o lo que sea donde echarse), porque sin va a tener que sentarse arriba de un mapa o en la arena (eso nos pasó en Sentosa, porque cuando salimos de la pocilga el día no prometía mucho).

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