Finalmente llegamos a China, el
país más poblado del mundo, la nueva potencia mundial. Ese es otro de los
destinos más esperados de nuestro viaje, y aunque no sea mi primera vez acá,
uno de los más intrigantes. Estamos hablando de una cultura milenaria que es
sumamente orgullosa de su historia. Un idioma totalmente diferente, una
escritura basada en conceptos y no en la fonética (como la nuestra), la que
además puede ser variar entre las zonas del país. Costumbres y comportamientos
muy distintos a los nuestros (comidas, usos, modales, etc.). China también posee
una geografía muy diversa y hermosa (digna de postales), grandes montañas (de
hecho las más grandes del mundo, los Himalaya), desiertos, verdes valles (ya
sea con frondosos bosques o plantaciones) y grandes ríos (muchos de ellos
navegables). China es un país que crece todos los días, tiene una
infraestructura muy avanzada con grandes puentes, túneles, carreteras y trenes
súper rápidos. Se ve que hay mucha plata dando vueltas, se ven todas las
grandes marcas de lujo de ropa, accesorios y autos, y gente comprándolas… un
comunismo más capitalista que el capital mismo. Lo que si llama la atención son
las restricciones sobre algunas libertades, sobre todo en cuanto a los medios
de comunicación, no hay Facebook, ni blogs, todo internet está relativamente
filtrado para que la gente no tenga acceso a ideas raras o bien no exprese las
suyas propias. En la televisión se ven pocas fuentes diversas de información
(un canal público con muchas señales y en algunas partes canales de la ciudad,
también con varias señales). Si bien esto está un poco restringido, cosas como
la vestimenta es de lo más libre que se pueda ocurrir. En la calle se ve
cualquier cosa, combinación o look (algunos de ellos bien parecidos a las
famosas tribus urbanas). En fin, China es un país extraño, muy bonito e
interesante, pero en el que hay que pasear con una gran cuota de paciencia y
tolerancia.
Nuestro primer destino en China
fue Shanghái, esta es la ciudad más poblada del país (según algunos datos, ésta
bordea los 20 millones) y sin duda la más rica y desarrollada. Llegamos al
aeropuerto tipo 20.30, no tuvimos problemas en el ingreso y salimos bastante
rápido de él. El aeropuerto, nosotros llegamos al de Pudong que es el más
nuevo, pero a la ve está más alejado del centro (deben ser cerca de 40 Km), es
muy moderno y bonito. Para ir a la ciudad, además de los típicos taxis y
transfer, hay metro y un tren bala (el más rápido del mundo). Finalmente
elegimos el metro, el cual para comprar los boletos, funciona con maquinas y
estas pueden ponerse en ingles (muy parecido a lo que ya habíamos visto en
otras ciudades como Singapur o Hong Kong) y después de andar bastante, llegamos
a nuestra estación y luego de estar un poco perdidos (ver sección “no se
idiota”) llegamos al hostal. La pieza es muy limpia, tiene AC y Wi-Fi, claro
que la cama es un camarote (con un colchón delgadísimo y duro) y el baño es
compartido. Ese día además de llegar y comer algo (compramos unas frutas en un
puesto que estaba al lado a puras señas) no hicimos nada más.
Al día siguiente comenzamos a ver
el tema del transporte dentro de China y finalmente (luego de tratar de hacerlo
por nuestra cuenta) decidimos pagar para que en el hostal nos vieran el tema
del tren (las paginas en ingles son bastante precarias y tienen un alto sobre
precio). Salimos y fuimos a un barrio (Yuyuan) donde además de almorzar,
visitamos un mercado que vende muchas chucherías (no es caro, pero tampoco
barato, muy turístico) y un bonito jardín. Luego fuimos a pasear por el borde
del río en una zona que se llama The Bund, en una de las riveras del río Huangpu
se encuentran construcciones antiguas, muy bonitas e iluminadas en la noche,
mientras que al otro lado se ve la parte moderna, con grandes rascacielos (de
los más altos del mundo) y muchas luces. Sin duda que esta parte es muy bonita
y parada obligada para tomar algunas fotos. Luego de eso tomamos el ferry para
cruzar el río y vimos los edificios de más cerca, pero decidimos no entrar aún
ya que estaba oscuro y algo nublado, por lo que no se vería mucho. A la vuelta
pasamos a un mall donde fuimos al supermercado a comprar provisiones para los
días en Shanghái. Luego de eso vuelta a la pocilga. Al llegar nos dicen que no
hay de los pasajes de tren que queríamos (ya era tarde, así que este tema quedó
pendiente para el día siguiente).
Al otro día decidimos salir
temprano a la estación de trenes para ver el tema de los pasajes por nuestra
cuenta, si bien nos costó un poco encontrar el lugar donde vendían los pasajes,
al menos había una ventanilla en la que hablaban ingles. Lamentablemente no
pudimos comprar los trenes, ya que en la estación sólo venden los pasajes para
los próximos 3 días (si uno quiere comprar para más tarde lo debe hacer a
través de agencias o por internet, las agencias oficiales estaban cerradas por
ser sábado y no abrían hasta el lunes). Volvimos a la pocilga y tratamos de
comprar las cosas. Finalmente tuvimos que cambiar un poco el itinerario, y no
sólo movernos por tren, sino que también en avión. Por fin se supone que
tenemos los pasajes. Ya se nos había ido toda la mañana en eso, así que en la
tarde fuimos a recorrer el People’s Park, que es como la plaza-parque principal
de la ciudad, que es muy bonito. Vimos algunos edificios interesantes como el
Teatro y nuevamente fuimos al mall, esta vez a verme zapatillas, porque las mías
ya están muy rotas. Lamentablemente todo es súper caro, incluso más que en
Santiago (se supone que Shanghái es una de la ciudades con más plata y por lo tanto
más caras de China). Vuelta a la pocilga y aprovechamos de lavar ropa, ya que
no nos quedaba nada limpio.
Al otro día fuimos nuevamente a
The Bund y cruzamos al otro lado del río usando un carrito que pasa por debajo
del rio en un túnel lleno de luces, bien psicodélico. Algo diferente, pero para
hacerlo sólo 1 vez. Después de eso fuimos al SWFC (Shanghái World Financial
Centre) que es uno de los edificios más altos del mundo (en algún momento fue
el mirador más alto). Subimos hasta el piso 100 (474 metros) y vimos la ciudad
desde las alturas, si bien había sol, el día estaba brumoso, así que eso afectó
un poco la vista, pero aun así era increíble estar tan alto en un edificio. El
edificio es muy bonito y si bien nunca estas viendo directamente al suelo, hay
unas ventanas en el piso que en cierto ángulo se ve hacía abajo. Luego de
nuestra experiencia en el rascacielos, fuimos por otra cosa que fuese
asombrosa, entonces partimos a tomarnos el Maglev, que es el tren bala que va
al aeropuerto y que es el medio de transporte terrestre (de uso común) más
rápido del mundo, al alcanzar nada más ni nada menos que 431 Km/h (más rápido
que un Formula 1). El tren es muy choro y la velocidad no se siente tanto, a no
ser que uno trate de ver las cosas que se encuentran más cerca. Habría sido
choro que estuviese al lado de una carretera para ver como pasabas a los autos como si estuviesen detenidos. Una
vez que volvimos del aeropuerto, fuimos a un barrio que se llama la Concesión Francesa
y se caracteriza por tener edificios (estilo francés), pequeños callejones llenos
de tiendas , restaurantes, cafés y bares (claro que la mayoría bastante caros
para nuestro presupuesto). Ya de noche, vuelta a la pocilga, hablamos con Chile
(era el 60° cumpleaños de mi papá… que lata no haber podido estar y compartir
con la familia, pero era algo que ya sabíamos que pasaría) y a dormir, ya que
al día siguiente nos vamos a levantar temprano.
La razón para levantarse y salir
temprano era que ese día fuimos a Happy Valley, que es un parque de diversiones
el que tiene varias montañas rusas y muchos juegos choros, el único problema es
que casi todo está en chino y por lo general se llena (por eso decidimos
dejarlo para un Lunes). Luego de un largo recorrido en metro (el parque queda
en las afueras de la ciudad) y tomarnos el bus de acercamiento, llegamos al
parque y se ve bien bueno. Si bien no tiene ningún tipo de franquicia (Disney,
Universal, WB, etc.) tiene algunos monos parecidos (son muy copiones), pero lo
que más hay son remolinos de viento. Al llegar vemos también que hay bastante gente.
Entramos y vamos por el primer juego, que era uno que te suben a una torre y
sueltan (hay uno de estos en Fantasilandia). La cola era bien larga (parece que
habían paseos de colegios) y además los locales son buenos para colarse y no
respetan nada (fuman en la cola, escupen, comen y botan la basura al suelo).
Los siguientes juegos fueron unas montañas rusas muy buenas, la primera tenia
más de 60 metros de altura y una caída en 90° (yo creo que la mejor que me he
subido en mi vida, aunque nunca he ido a las de los EEUU). La segunda era de
esas de madera… muy choro. Eso si en estos tres juegos gastamos casi 5 horas de
cola (una locura), si bien los juegos eran buenos, la cosa era apestosa en las
filas, además que hacia calor y varios son bastante hediondos. Paramos a
almorzar y de allí en adelante todo mejoró. El parque se vació y nunca más
hicimos una cola… nos subimos muchas veces a las montañas rusas y lo pasamos
muy bien. A la vuelta estábamos agotadísimos, así que comer y dormir.
Nuestro último día en Shanghái…
hay tantas cosas para hacer y ver que claramente quedan muchas cosas
pendientes. Lo primero que primero que hicimos fue ir a canjear los pasajes de
tren a la estación (los habían comprado por internet y faltaba el pasaje en
“papel”). Luego partimos a ver la iglesia de San Ignacio que es una iglesia jesuita
y es además la más antigua de oriente. Hace tiempo que no entrabamos a una
iglesia y ésta es muy linda. El día se nos había puesto bien feo y comenzó a
llover fuertemente, así que tuvimos que abortar nuestra visita a unos puentes que
son bien choros y finalmente, luego de una parada a almorzar, partimos al museo
de Ciencia y Tecnología. Este museo es bien moderno y muy choro, es súper
interactivo, con la mayoría de las explicaciones en ingles, jugamos con robots,
con cosas eléctricas, física, vivimos un terremoto (como que no hubiésemos
vivido uno de verdad) y vivimos todo el proceso de la digestión desde adentro,
partiendo como verdura y terminando como caca (claro que lo que decían no
entendíamos mucho porque estaba en chino). Luego del museo (que era para estar
un día entero) partimos a la pocilga a buscar las cosas ya que se venia la hora
de tomarse el tren a Xi’an.
Los únicos pasajes que
encontramos para el tren son en Cama Blanda, algo así como primera clase. El
tren es bien cómodo y moderno (y eso que hay trenes más modernos), los
compartimientos son de a 4 personas, tiene cama con sábanas y plumón, AC, TV
(como en los aviones, claro que todo en Chino) e incluso pantuflas, en realidad
que es un agrado viajar así, aunque el precio del pasaje es bien elevado casi
100 dólares por persona (50 lucas, en por esa plata recorrimos casi todo en India).
La distancia entre Shanghái y Xi’an es de 1509 Km y el tren se supone que se
demora 14 horas y 11 minutos (bastante rápido). En fin, el viaje estuvo bien
bueno, el único pero fue que el tren se atrasó más de 1 hora.
Llegamos a Xi’an, esta ciudad fue
una antigua capital de China y es famosa por ser donde se encuentran los
Guerreros de Terracota (razón por la que la incluimos en nuestro itinerario).
Volviendo a lo nuestro, en la estación nos estaban esperando para llevarnos al
hotel (tenía servicio de free pick up). Esta pocilga está bien buena, con una
cama blandita, baño privado (por fin un baño en el que la ducha esta totalmente
separada del resto, en que al ducharte no dejas todo el baño mojado, hace
varios meses que no nos tocaba algo así). Nos costó un poco salir y finalmente
partimos a almorzar, después pasamos a ver la puerta sur de la ciudad (el
centro de la ciudad esta rodeado por muros y existen 4 puertas que los cruzan).
Acá vimos una pequeña exposición de cosas tradicionales como juegos (jugamos
con ese aro que se empuja con una varita) y al subir al muro, arrendamos unas
bicicletas para recorrerlo (son 14 km de muro). El paseo es bien bonito, se ve
bastante del centro de la ciudad, los techos tradicionales y esta todo muy bien
tenido y adornado (además se oye música durante todo el trayecto). Luego de las
bicicletas queríamos ir a ver la pagoda Dayanta (conocida como Big Goose, gran ganso)
y para llegar más rápido (cerraba pronto), intentamos irnos en tuk tuk (los más
pencas hasta el momento), pero estos eran bien estafadores, así que finalmente
nos fuimos en taxi (por menos de la mitad de lo que pedían los tuk tuk). La
lata fue que había bastante transito a esa hora y llegamos cuando ya habían
cerrado, pero igual pudimos verla por fuera y recorrer el parque en donde se
encuentra, el cual es muy bonito y además en la noche hacen un show de agua
(está lleno de piletas) y luces. Esperamos por el show (y ya estaba oscuro y
hacia más frio) y este comenzó un poco mas tarde de lo esperado. Estábamos muy
bien ubicados (llegamos de los primeros) y al comenzar el Show, con el viento
nos llego un poco de agua (como un rocío), pero nada terrible. El problema que
de la nada aparecieron unos chorros de agua (mal calibrados) y mojaron a toda
la gente que estaba en el lugar donde nos habíamos puesto (el chorro llegaba
casi hasta la calle mojando casi toda la vereda, así que suponemos que estaba
malo). Quedamos bien mojados y con frio, así que hasta allí llegó el show para
nosotros, ya que (después de un ratito) preferimos devolvernos. Hasta el
momento nos hemos fijado que este tipo de situaciones es muy común acá, tienen
todo muy bonito, espectacular, pero siempre les falta algo, siempre dejan algo
a medio camino, mal hecho, mal señalizado, en fin como que les falta la chaucha
pa’l peso. Volvimos a la pocilga, nos cambiamos de ropa y salimos a comer.
Al otro día nos levantamos
temprano para ir a ver a los guerreros. Después de leer en varias partes de
internet, decidimos ir por nuestra cuenta y no tomar un tour, ya que no era tan
difícil llegar, los guías al parecer no aportaban tanto y así disponías del
tiempo a tu agrado y era más barato. Para llegar, hay que tomarse unas micros
que salen desde la estación de trenes bien seguido y para llegar a la estación
uno se va en otra micro que pasa a cada rato (las micros acá son muy baratas,
casi 80 pesos chilenos, como era antes de las micros amarillas en la Colón
Oriente o la Bilbao Lo Franco… que viejo). Luego de nuestros paseos en micro,
llegamos a la cosa y después de pagar la entrada (carísima como 12.500 pesos)
entramos para ver como era la cosa. Los Guerreros de Terracota son del año 210
antes de Cristo y son parte de la tumba del emperador Qin Shi Huang (la tumba
se encuentra a unos kilómetros de distancia) y fueron descubiertos por unos
campesinos que hacían unos pozos recién en el año 1974, haciéndolo uno de los
grandes descubrimientos arqueológicos del Siglo XX. La gracia de estos
guerreros (que el emperador mando a hacer para protegerlo en el más allá) es
que tenían armas de verdad y cada uno era diferente al otro (las facciones de
la cara e incluso detalles de la vestimenta). Los guerreros están metidos en
unos galpones gigantes (aun se trabaja en las excavaciones y restauración) y la
verdad es que son muy bonitos e impactantes. Claro que siendo un poco exigentes,
debemos decir que nos esperábamos un poco más. Hace unos años atrás hubo una
exposición en el centro cultural de La Moneda en Santiago, y habíamos quedado alucinando
con ellos y al parecer nuestras expectativas eran demasiado altas. Pero esto no
quita que sean increíbles y que tenga que ser una parada obligada al visitar
esta zona.
Después de los guerreros volvimos
a la ciudad, y fuimos a recorrer el barrio musulmán, muy famoso en la ciudad.
Allí hay unos mercados (varios puestos carísimos e incluso trataban de “verte
la cara”, nos querían cobrar como 24 lucas por una miserable polera de algodón
con unas flores estampadas… en Falabella a precio normal te la venderían como
en 10 o cuando mucho a 15 lucas, como se tratan de cagar a los turistas), una
mezquita, en la cual se funden los conceptos musulmanes con la arquitectura
china… realmente linda y muchas cosas para comer donde me comí una especie de
empanada de pino musulmana (bien rica, pero me quedo con las nuestras) y un
plato que se llamaba Yang Rou Pao Mo en el cual primero te pasan unos pedazos
de un pan que es medio duro y que tienes que picar, luego lo pasas para que te
echen un caldo de cordero con verduras y se deja reposar unos minutos… la cosa
es realmente deliciosa de textura es como las pantrucas, pero con un gustito a
cordero bien bueno, Luego del banquete (la Paula no comió nada y se compró unos
tallarines instantáneos para después) nos fuimos a buscar las cosas a la
pocilga para partir a tomarnos el tren con destino a Beijing… Lo que sigue ya
es parte del próximo capítulo.
Cosas Raras: La selección de
cosas raras parte con que vimos muchos niños que tienen el pantalón rajado en
el trasero, al parecer los pantalones no son muy buenos por acá (o eso
pensábamos hasta el momento… más adelante en el viaje descubrimos el porqué de
los pantalones rajados… para el próximo capitulo, porque allí fue cuando
nosotros también lo descubrimos). Acá en invierno hace bastante frio, pero eso
no impide que sigan usando las motos, pero para no congelarse las manos le
colocan a la moto unos guantes de chiporro en el volante (que ingeniosos). Los
baños de uso público son de lo más variados, desde el clásico suelo mojado y
malos olores, hasta algunos como estos con “diseño” o con WC acolchados y
calefaccionados. Finalmente una forma muy peculiar de amasar, sin meter las
manos en la masa.
¡Hágalo Por Favor, No Sea
Idiota!: Como habíamos dicho en un principio esta era mi segunda vez en China y
esa primera vez, la llegada fue bastante apestosa, incluso traumática (me d
lata contar la historia de nuevo…), pero esa vez por no llevar nada visto de
antes y llegar de noche terminamos en un hotel carísimo y luego de haber pasado
muchos momentos raros (incluyendo una casa de masajes). Pues bien, ahora para
no repetir dicha experiencia, contratamos algo antes y sabíamos que teníamos
donde llegar, el tema es que por el apuro (la reserva la pudimos hacer solo
minutos antes de irnos al aeropuerto en Delhi), solo anotamos como irnos en
metro. La Paula me dijo que anotemos todo, pero yo no le hice caso ya que las
cosas quedan guardadas en el computador. El tema es que en el metro me meto en
el computador y no salía nada. Lo único que sabíamos era en que estación del
metro bajarnos y como se llamaba el lugar, pero nada más. El hostal tampoco
salía en el Lonely Planet. Al llegar a la estación, nos bajamos y comenzamos a preguntar,
pero nadie nos entendía. Salimos de la estación a ver si veíamos algo conocido
(Mc Caca o algo así) que nos pudiese servir, pero nada… vemos que hay un
teléfono público y se nos ocurre llamar por teléfono a otro hostal de la misma
cadena que si salía en el Lonely, pero el teléfono funcionaba con tarjeta… en
ese instante aparece nuestra salvación, un ángel tal vez, llamada Rebeca, una
gringa que vive con su marido allí y que primero nos ofreció llamar de su
celular, pero al final fuimos hasta su departamento donde la Paula (yo me quede
esperando abajo para no tener que subir las mochilas) vio en internet como
llegar. Sin duda que tuvimos mucha suerte, aunque como dicen los budistas e
hindúes, fue nuestro buen karma. Claramente en países como estos, es mejor
llevar todo bien anotado y claro, porque si no lo más probable es que uno acabe
perdido. A todo esto si al salir de la estación hubiésemos doblado para el otro
lado, hubiésemos llegado al hostal.
Se nos había olvidado la "Mujer Manguera", asi que la foto va a quedar pendiente para el próximo capítulo.
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